jueves, 4 de noviembre de 2010

EL ALCOHOLISMO EN LOS JOVENES..

Con frecuencia leemos en la prensa noticias sobre adolescentes intoxicados por consumir alcohol, fiestas estudiantiles en las que se premia al joven que más copas sea capaz de beber, incidentes y disturbios provocados por las protestas de jóvenes ante el adelanto del horario de cierre de los bares o establecimientos
No cabe duda que la presencia casi constante de estas noticias en los medios de comunicación y la realidad por cualquiera de nosotros una tarde-noche en las zonas de ambiente juvenil de nuestras ciudades, son elementos que crean una gran sensación de alarma social y desconciertan a padres.
"Los jóvenes beben. Beben mucho y de forma incontrolada. Cada vez son más jóvenes cuando empiezan a ir a bares. Se emborrachan todos los fines de semana y no parece importarles nada más".
Este tipo de afirmaciones se escuchan a menudo en las conversaciones entre adultos, rodeadas de un sentimiento de incomprensión hacia esa manifestación social de rebeldía. Pero, realmente, ¿qué está sucediendo con los jóvenes de nuestro país?.
Los diversos estudios realizados en estos últimos años indican que, efectivamente, los jóvenes beben de un modo diferente al que los hacían sus padres, y que esta forma de beber preocupa por su falta de autocontrol. Por un lado, la edad de inicio en el hábito de beber socialmente ha ido bajando hasta situarse en los 14-16 años. Este dato en sí mismo ya es preocupante porque en nuestro país esta prohibida la venta de alcohol a menores de 18 años.
Estos mismos estudios indican que la cantidad promedio de alcohol consumida semanalmente por nuestros jóvenes está cercana a los límites que se consideran peligrosos para la salud, siendo además que este consumo se centra casi exclusivamente en los fines de semana y se hace de una manera compulsiva, muy rápidamente. Ellos mismos, en sus reflexiones, muestran su desorientación ante la falta de regulación familiar y social que perciben, en la ausencia de referencias externas que les permitan establecer sus propios límites en su conducta personal.
No es de extrañar esta situación en una sociedad como la de este fin de siglo, donde la satisfacción inmediata de todos nuestros deseos, la competitividad y el éxito económico son los valores en alza, convenientemente pregonados por la publicidad y los medios de comunicación.
Además de esto, los jóvenes disfrutan en general de una capacidad económica bastante mayor que la que tenían sus padres a la misma edad, lo que hace posible un mayor consumo y movilidad, en muchas ocasiones en vehículos particulares, con el consiguiente riesgo de accidentes de tráfico. No en vano, uno de cada tres muertos en accidente de tráfico es menor de 25 años, y el consumo de alcohol es la primera causa de muerte por accidente en conductores de 18 a 30 años.
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